martes, 14 de octubre de 2008

no me gusta buscar lo que yo no he perdido






Todas las tareas propias de mi trabajo me gustan: limpiar el wc, planchar, fregar los platos, guardar la ropa, limpiar cristales, tirar la basura, hacer las camas, recoger la mesa, coser, tender la ropa, secar platos, fregar, barrer, quitar el polvo, hacer la comida, hacer la compra, poner lavadora y atender las visitas. Pero hay una, (que yo digo que no me corresponde pero ÉL insiste que sí y cualquiera le tose a ÉL) que la odio; es buscar cosas. ¡Qué horror! Es que en esta casa cada día se pierde algo. Y no un cinturón o una pluma o reloj. No. Aquí se pierden cosas de película. Yo temo cuando ÉL está preparando un película y se le pierde algo. Es ¡jorrribul! como diría Sarita. Yo estoy harta, las chachas no estamos aquí para encontrar lo que los señoritos pierden, y si son unos perdularios allá ellos, como diría Chus en Que he hecho yo. Cuando pasa, yo empleo todos los mecanismos habidos y por haber y el primero San Antonio: San Antonio bendito, tú has ejercitado el divino poder de encontrar lo que se ha perdido. Ayúdame a encontrar -loquesea-  por la Gracia de Dios, y hazme diligente en el servicio de Dios y en el vivir las virtudes. Hazme encontrar -loquesea-, así para mostrarme la presencia de tu bondad. Pero cómo dice mi madre a San Antonio también hay que ayudarle, que él desde el cielo no puede verlo todo bien.  Y menos en esta casa que tiene tantos enredos. Hay que retirar las sillas, mover las mesas, pasar el cepillo por debajo de todo...en fin mover toda la casa para encontrar lo que el señorito haya perdido. ¡5 dias y 5 noches! estuvimos buscando los dichosos pendientes de ojos contra le mal de ojo que se le antojaron para que los llevara Pe en la peli de los abrazos. Unos pendientes que compró hace nosecuantos años y un día de pronto se acordó de ellos,  ¡y hasta que los encontramos diosmio de mi vida!. Pero si hasta contrató a una agencia de detectives y todo. Cuando se le mete algo en la cabeza...Yo recordaba esos pendientes porque todo lo que ÉL trae de por ahí, que es ponible, me lo hace probar a mí (lo que no es ponible se lo prueba ÉL). Y yo recuerdo que me los puse pero me los quité rápido porque me daban yuyú cuando me contó lo que significaban. Y desde entonces no los volví a ver, hasta que al señorito se le antojaron. ¡Qué 5 días pasamos buscando! Aquí ni se comía ni se dormía aquí solo eran los dichosos pendientes. Vinieron hasta sus hermanas con todas sus estampas de santos. ¿Y sabéis donde estaban?. ¡En Cuba!. Resulta que ÉL se los dejó un día para una fiesta a la Bibiana, ésta se le olvidó devolverlos (dice ella) y como tuvo un novio cubano y allí están tan necesitados pues se los mandó a una hermana suya, el novio. Y menos mal que no llegó a venderlos, la hermana. ¡Qué pesadilla de pendientes por dios!. Cuando los vea en la peli voy a cerrar los ojos porque si no me va a condicionar toda la película. 
     Pero esto no es la primera vez que pasa, ni será la última. Cuando el famoso buceador de la bañera de Victoria Abril (ese que se le mete en el chumi mientras se baña y ella pone una cara de satisfacción como si estuviera corriéndose. No se ve, pero se imagina), también pasó lo mismo. Aquella vez le engañé, harta de buscar me fui a comprar uno a una tienda de los chinos- ÉL pensó que era el bueno, el que había comprado carísimo en un aeropuerto, pero qué va.  Me ayudó mucho Victoria en el engaño. Al ser de los  chinos, como todo, se estropeó a la segunda toma. Y ÉL hizo  20. Luego ya ha sido más difícil engañarlo, ya sabe mucho. Más por viejo que por diablo.  (OS PONGO AL SAN ANTONIO QUE TIENE MI MADRE AL ENTRAR EN CASA, AYUDAR NO ME HA AYUDADO MUCHO PERO....AHÍ ESTÁ. EL FAMOSO BUCEADOR DE LA BAÑERA, DE LOS CHINOS. LOS PUTOS PENDIENTES DE OJOS QUE SE PERDIERON Y APARECIERON Y LAS QUE TIENEN QUE SERVIR, COMO YO, SERVIR, BUSCAR Y BAILAR EL CHACHACHÁ, ¡CÓMO ESTÁ EL SERVICIO!)

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