Hoy estoy perra. Son esos días en que la mujer está perra perdía. Generalmente cuando me siento perra es por que antes he tenido una noche gata-caliente. El sábado lo tuve libre y cual gata en busca de guerra me fui con Chon, Mariangeles y la Charo. Pero ni quiero ni puedo hablar hoy de la fiebre del sábado felino. No. Hoy tengo el cuerpo baldao como una pobre perra vieja. Qué mala estoy y que poquito me puedo quejar. Porque en esta casa no hay igualdad en cuestiónes perunas. No. ÉL puede tener lo días perros que quiera. Una servidora aunque lo necesite no puede. Aquí el único perro con derecho a ser perro es ÉL. Cómo excusa, dice que yo no soy una perra, que soy una perranca. ¿Y qué?, digo yo. Reivindico mi derecho a estar perrancona, porque para eso me paso toda semana currando como una burra. Y eso es lo que a ÉL le gustaría que tuviera todos lo días, días-burra en vez de días-perra. Aquí mucho cariño a las burras pero a las perras que las zurzan. Y una puede ser burra pero también puede, y debe, ser perra. ¡Joder! (ESTOY TAN PERRA QUE NI OS CUENTO LÁS IMÁGENES QUE HOY OS PONGO.)
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